11 feb 2015

Eso...

Siempre creí que algún día volverías. Que al mirar atrás notarias que faltaba algo y así recordarías mi cuerpo. Tuve ese pensamiento siempre que escuché la canción que me dedicabas, la misma que cantabas haciéndome reír con locura cuando sentías que estaba triste. Lo hice también cada noche contigua a la tuya, esa en la que te fuiste apagando en silencio, distante, pálido y con disfraces inventados para que yo no lo notara. Más tarde quise dibujarte de nuevo, entre paraguas que jamas dejaron de llover sobre nosotros y en medio de las cartas que deje de escribirte al encontrar todas las que nunca leíste. Fue cuando tuve que entender que solo soñaba, y realmente ya no estabas. 
Tuve, pero no pude.
Y reconocer la diferencia me dolió mucho.

5 comentarios:

  1. porque las cosas no suceden simplemente
    sino que se dan porque alguien hace que sucedan
    todo está en uno, siempre
    sin uno, no hay acción, ni reacción
    porque el manto verde está y estará
    y uno sabe cuando decide cruzarlo
    hasta llegar a la fina línea celeste del fondo
    llegar, llegar... la verdad... uno llega para quedarse por siempre
    lo que vuelve no es la persona, sino que lo que regresa es un paquete
    uno se queda, inmortalizado. y sin el segundero corriendo
    simplemente
    y así sucede
    Sucede que el eterno retorno no es como lo decía ese Nietzsche
    se trata de otra cosa.
    porque nada era igual, todo era distinto
    tal vez no, mirá si siempre fue así y uno no quería verlo
    (por más convencido que uno estaba que así fuera)
    y lo que sucede es que sucedió,
    los mismos pasos, los mismos lugares, y los mismos nervios
    el mismo sabor, los mismos miedos
    Sucede, simplemente, la misma entrada y la misma subida
    y el mismo reloj, que no existía.
    Y ese primer contacto de los labios con el pecho izquierdo
    esa electricidad, igual, idéntica a la primera,
    como si fuera la primera vez, otra vez
    y la entrega, y las miradas, y la felicidad, la verdadera, la de adentro,
    la que nace sin que uno la controle
    y ese redescubrimiento, y los temblores, y esa piel
    contra mi piel
    la necesidad, de ambos, de que así sea, sentir la piel sin interrupciones
    ninguno lo pidió. Simplemente se dió porque se necesitaba. de ambos
    y Sucedió.
    Sucedió de todo. Las sonrisas. La tristeza.
    De saber que era el fin.
    Un inicio con gusto a despedida eterna
    Y Si, el "no tiempo" se relaciona con la eternidad.
    Y uno allí dejaría todo. Sobre todo uno.
    Y lo que vuelve a la vida real, simplemente, es el paquete.
    Que bueno que uno haya descubierto como detener el tiempo.
    Pero no lo hacía uno solito. Simplemente. Se daba. Con quien debía ser.
    Y así quedará inmortalizado
    Y sucedió así. Y no quise "traerme" nada ni robarme ni apropiarme de nada.
    Al contrario. Le dejé todo lo mío.
    Simplemente sucedió. No le quité nada.
    Sólo le dejé algo, para que me lleve consigo, adentro. Tal vez algún día lo sepa.
    Terminar dentro de ella fue eso. Darle todo lo mío. Sólo para ella.
    Simplemente. Sucedió
    Y así fue como se quedó con mi corazón

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  2. Reconocer que aquello en lo que creíamos no se dará supone una batalla interior que librar , pero antes o después esas sensaciones se liberan y pasan a formar una más de nuestras huellas... Sobre las que descansa el principio de un nuevo camino...

    Un abrazo de luz ❇✴

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Creo que para que haya una posibilidad de volver hay que terminar de marchar. Irse completamente. No se puede recuperar o solventar una ausencia si de verdad no se perfecciona esa ausencia, es decir, llegar casi a olvidar (aunque nunca se olvide porque tampoco es borrar la memoria ni mucho menos), sentir que se ha pasado página, que se está en otra fase, en otro estadio. Luego podrá ser, solo entonces, el retorno, el regreso, un nuevo comienzo... si procede, si ocurre, y si no, podrá empezar otra cosa en otro escenario, en otro universo distinto con parámetros distintos. La ausencia es una enfermedad que sólo se cura cuando se decide mirar en la única dirección que existe: hacia delante.
    Eso me hace reflexionar tu sentido texto, que además tiene que ver con el título de tu blog: "soledad inconclusa".
    Un beso.

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